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lunes, 25 de julio de 2011

RECUPERACIÓN DE ESPACIOS URBANOS

La jornada de prevención del delito con la que culmina el proceso de rehabilitación del espacio tiene la función de hacer su “entrega simbólica” a la comunidad de residentes del entorno, para facilitar una sinergia de apropiación y mayor participación en su preservación, pero tiene un objetivo aún más trascendente: reducir la incidencia delictiva o los factores de inseguridad que motivaron la acción de rescate.

La recuperación de un espacio tiene que hacerse forzosamente mediante una vinculación permanente y corresponsable entre la policía y los residentes. El Programa de Recuperación de Espacios Urbanos promueve la constitución de al menos un grupo organizado de vecinos del espacio restaurado, que se denomina “Red de Convivencia Segura”.

A todo esto puede uno preguntarse ¿para qué recuperar un espacio?, ¿qué tiene que ver la recuperación con la prevención del delito?

Para ver con claridad la relación entre seguridad y espacio público es importante recordar el marco teórico que fundamenta las acciones para su recuperación.

El 23 de agosto de 2008, se llevó a cabo la primera jornada de recuperación de espacios urbanos en el parque “El Pípila”, de la Delegación Cuauhtémoc. El 15 de mayo de 2010 se efectuó en el Camellón Villa Cid del Desarrollo Urbano Quetzalcóatl en Iztapalapa, sumando hasta ahora 42 espacios rescatados.

La inseguridad en espacios públicos abandonados

La POLICIA-DF tiene como misión principal prevenir y reducir los delitos e infracciones a la ley de cultura cívica y al reglamento de tránsito en el Distrito Federal.

Su interés institucional en el rescate de espacios urbanos deriva de que los estudios especializados incluyen al deterioro físico y social entre los factores que aumentan la probabilidad de comisión de delitos e infracciones, dado que la ausencia de cuidado se asocia en la percepción de los infractores de las normas a abandono, miedo de la comunidad, mayor probabilidad de impunidad, es decir la idea de que no serán detenidos y que podrán obtener un provecho relativamente sencillo, porque tienden a suponer la falta de respuesta de la autoridad ante un delito cometido rápidamente, sin testigos ni intervenciones, en un espacio en el que realizan conductas de depredación, de agresión profunda contra otros.

La concepción de progresividad en la “provocación” a la policía sustenta teorías como la de las “ventanas rotas”, es decir que pequeñas transgresiones iniciales impunes son seguidas de una escalada de desobediencias mayores a las normas, que conducen no solamente a la comisión de delitos de alto impacto social, sino también favorecen el fenómeno de asociación delictiva, es decir la actuación en grupo de los delincuentes, que establecen un modus vivendi y se vuelven habituales en el espacio controlado e impune.

El grado de organización que pueden establecer para monopolizar las actividades delictivas en un área conduce en muchos casos a fenómenos de “delincuencia organizada”, inclusive de tipo mafioso.

Esto se aplica a muchas zonas de la ciudad, incluyendo a los espacios que fueron construidos para la convivencia y la recreación, pero que son cotos de caza y espacios de impunidad si hay deterioro evidente y no son frecuentados por los vecinos del entorno.

Explicación de la disuasión del delito mediante el control del espacio público (prevención situacional y espacial).

El espacio público que no está abandonado tiene el efecto de disuadir la desobediencia a normas, cuando es frecuentado por vecinos y por la policía simultáneamente.

Esta afirmación parte de la teoría de la prevención del delito mediante el diseño o control de un área desfavorable a la impunidad. La explicación de la criminología y de la psicología social es la de la “teoría de la decisión racional”, por la cual se considera que la mayor parte de los delitos se cometen para obtener un provecho y en este sentido la conducta delictiva es utilitarista en general, es decir, no se comete “por gusto”, salvo excepciones con patologías subyacentes del delincuente o sujeto activo. En general, el delincuente no comete conductas “suicidas”.

La prevención del delito en espacios públicos es un tipo de prevención situacional mediante el control de riesgos en un área precisa. Para ello se utilizan cuatro factores:

Minimizar el deterioro visible.

Incrementar su utilización por la comunidad respetuosa de las normas.

Asegurar la presencia policial permanente o muy frecuente (disuasión convincente).

Establecer un mecanismo de participación vecinal en acciones de vigilancia comunitaria.

El mínimo de deterioro aumenta la percepción del delincuente de que será detectado más fácilmente si comete vandalismo o transgrede normas. El mensaje es “mínima tolerancia a daño al lugar”; y “alguien está cuidando y probablemente me vigila”.

Se ha constatado que la presencia de muchas personas en el lugar (amplia utilización) implica testigos que pueden identificar y declarar en una denuncia iniciada por otra persona o por ellos mismos en contra del transgresor. También hay más elementos probatorios ante el juez penal.

Esto podría ser insuficiente si el delincuente actúa rápido y percibe que los usuarios están solos, sin policía y que tendrán miedo de denunciarlo o señalarlo. Sin embargo, cuando hay presencia frecuente de la policía o incluso hay policía asignada al lugar, la percepción de impunidad en la flagrancia disminuye y hay temor del delincuente de ser detenido si actúa.

Si los vecinos no sólo son potenciales denunciantes o informantes aislados, sino que están organizados para supervisar por turno lo que pasa en un área, hacer presencia en ella, trabajar coordinadamente con la policía y con las autoridades de procuración de justicia, la percepción de peligro de ser sancionado por parte del delincuente aumenta y tiende a desplazar sus actividades hacia otras partes (“efecto cucaracha”) o actuar de noche o en horarios en los que percibe que disminuye la presencia de vecinos organizados y de la policía.

Ante la organización de delincuentes en grupo, hay grupos de la comunidad para detectarlos y un brazo armado de reacción, oportuno, suficiente y eficaz, que es la policía de proximidad.

Por último, es indispensable asegurar el seguimiento de la recuperación efectuada y el cumplimiento de la parte comprometida por cada participante, autoridades o vecinos, en este esfuerzo corresponsable para contar con espacios públicos seguros.

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